Dioniso

«Dioniso aparece mencionado solo un par de veces en Homero. No era una divinidad interesante para el poeta épico, ya que ni se cuida de guerras ni es un patrón de los héroes ni los nobles. Su dominio es muy diferente y es innegable su grandeza, como la de Deméter. Es un dios de la vegetación, del ímpetu natural, del impulso hacia la vida desbocada, del férvido brotar de las plantas y los seres animados. Es el dios del vino y de la vid; el del entusiasmo y el éxtasis, de la máscara y el tropel orgiástico. No protege la familia ni la comunidad cívica, sino el grupo de fieles que, a impulso de su inspiración, van a festejarlo en correrías y danzas extáticas por los montes. Inspira el frenesí, la manía o “desvarío”, que puede ser una bendición y un castigo.

[…] Dioniso no es un dios de la guerra, sino una divinidad pacífica y bienhechora. Junto a Deméter figura como un dios de la fertilidad campesina y aporta la alegría y el consuelo del vino. La diosa del trigo figura junto al dios de la vid como divinidades que han ofrecido a los humanos un don básico para el sustento. Pero al mismo tiempo, Dioniso conserva su poder salvaje: es omestés, “devorador de carne cruda”, brómios, “bramador”, como una fiera, y ya hemos dicho que produce la manía (santa y destructora), e invita a fiestas que comportan una temporal transgresión de las normas cívicas».


Fragmento de Introducción a la mitología griega. Carlos García Gual. Alianza editorial. 2023.

error: