«Un día, Júpiter llamó a su hijo Mercurio para darle una curiosa orden: tenía que ir a Sidón – Fenicia – y llevar a la playa un rebaño de toros que pastaba en la montaña. Así lo hace. Allí, en esa playa, la hija del rey se divertía en compañía de otras jóvenes; pero esto se lo calla el dios.
Júpiter transforma su apariencia, deja su majestad y adopta la forma de un espléndido toro blanco, del color de la nieve no pisada, musculoso, de pequeños cuernos que brillan; se mezcla con los novillos, tiene un aspecto pacífico, no inspira temor alguno.
Europa, la hija del rey, lo ve y queda admirada de su belleza, de su apariencia tranquila. Primero no se atreve a tocarlo; pero lentamente se acerca a él y le da flores en la boca. El toro le lame las manos, da saltos en la hierba, se recuesta en la arena roja; ella se atreve ya a acariciarle, a ponerle guirnaldas de flores en los cuernos. Engañada por su mansedumbre, jugando con él, llega a sentarse en su lomo; y entonces el toro se levanta, pasa de la arena al agua y se adentra en el mar con su preciosa carga. La muchacha se asusta, ve cómo se alejan de la playa; con una mano se apoya en el lomo del toro y con la otra se agarra a uno de sus cuernos. Sus ropas ondean con la brisa. En la isla de Creta, el dios recobrará su forma y le dirá quién es».
«Europa» de Mitos del mundo clásico. Versión libre de las Metamorfosis de Ovidio a cargo de Rosa Navarro Durán. Alianza Editorial. 2020